JUSTICIA SELECTIVA
“Quien no castiga el
mal, ordena que se haga”: Leonardo Da Vinci
Los doctrinistas o teóricos, definen
que ‘la justicia selectiva es un fenómeno que viola los postulados de libertad,
igualdad, fraternidad establecidos en la revolución francesa que concretó la noción del Estado de Derecho, así como el
derrocamiento del poder absoluto y desviado, que existe
cuando el mismo depende de la sola
voluntad del monarca y no de la norma general y obligatoria, producida como
consecuencia del debate de todas las tendencias de la representación popular.
En este sentido, la actuación parcial de la
justicia, aquella que actúa en contra de unos objetivos prefijados, es lenta para unos casos y expedita para otros, aquella que es
desproporcionada en los beneficios para unos y en los cargos para otros,
simplemente no es justicia, y si no hay justicia no hay Estado de Derecho'.
De manera lamentable, México
se refleja cómo un país de una legislación vigente abundante, es decir, de muchas leyes y poco Estado de Derecho, el
problema es que la ley en varios casos históricamente se ha aplicado de manera
desigual por cuestiones de intereses políticos contrarios a la naturaleza de un
sistema jurídico imparcial, objetivo e independiente; atribuyéndose a nuestro
prócer Benito Juárez: benemérito de
las américas la desafortunada frase “A mis amigos, justicia y gracia, a mis
enemigos, la ley a secas.” Esta afirmación sigue vigente; en México, la
justicia es selectiva.
Hoy
en día, los escándalos de corrupción son mayores y cada vez más graves, sin
embargo se ha impuesto una especie de ‘justicia a la carta', donde pareciera
que los involucrados cercanos al actual Gobierno tristemente calificado como
uno de los más corruptos de todos los tiempos, tienen en el peor de los casos al país por
cárcel o casa por cárcel, pues muchos están libres y los que no, se teme que
están negociados políticamente como en el caso de varios entre otros el de
la maestra Elba Ester Gordillo y el
caso de los gobernadores defraudadores del erario nacional para apoyar a su
partido político y a sus propias cuentas bancarias, todos involucrados en el mismo caso y con iguales o mayor grado de
responsabilidad. La justicia ha sido selectiva
Sin dudas,
el pueblo mexicano, nunca ha pretendido una justicia selectiva, por el contrario, su posición ha sido clara en el sentido de que se
ejerza la justicia real y verdadera, aquella que supone la aplicación concreta de
la ley, la imposición igualitaria del derecho. Que se investigue y castigue a
corruptos y corruptores, a quienes masacraron, a los violadores de los derechos
humanos y que se atienda la mora judicial que campea las cárceles de este país
Prácticamente, no hay
día en el cual a los mexicanos se les confirme que no viven una democracia, sino
en una "plutocracia cleptómana" –gobierno de ladrones con poder-, con una clase política rapaz, ineficiente,
corrupta y, lo peor, impune gracias a
las ramificaciones de complicidad entre los diferentes niveles de gobierno y
los tres poderes de la Unión.
Todo parece ser parte de un plan diseñado para enriquecerse la clase política
a costa del erario público, aprovechando
el cargo que ostentan; un ejemplo de ello, es el de los legisladores en el
diseño de muchas leyes y reformas constitucionales, cuyos efectos punitivos
únicamente se reflejan en los ciudadanos, pero a la clase política la dejan a
salvo. Toda vez, que actúan como verdaderos delincuentes que nada hacen al
azar, sino que todo parte de un plan bien diseñado para enriquecerse.
Recordemos que es menos penado un delito cometido por omisión, que uno llevado
a cabo con dolo.
La aplicación de
la ley, de esta manera no protege ni garantiza el respeto a los derechos
inalienables e inherentes de todo mexicano, empezando por el derecho a la vida
y la libertad. La ley refleja el poder de quienes gobiernan. Difícilmente habrá
paz en un país donde se escoge a quienes premiar y castigar con base en
criterios personales.
Aunque parezca
irracional, descarada y contradictoria, esta es la realidad de nuestro querido
México. El grito de libertad, el reclamo
de justicia y el anhelo de vivir en paz están en la misma trampa porque no
hemos tenido el valor de reconocer, abrazar y defender la verdad para encontrar
la salida. Lo que hoy nos aflige profundamente es reflejo de lo que hemos
decidido, tolerado y permitido.
Si bien, desde hace años el pueblo mexicano
exige justicia en toda la extensión de la palabra. En el plano social y
económico, en lo jurídico, en lo ambiental, en lo cultural. Que se respeten los
derechos humanos, iniciando por el principal: el derecho a la vida. El anhelo
es la construcción de una sociedad democrática, ética, con justicia social y de
género.
Sin embargo, cada seis años la
partidocracia nacional pisotea este anhelo, utilizándolo en sus demagógicas
campañas electorales, para luego durante
su administración seguir profundizando los niveles de desigualdad, impunidad,
corrupción y nepotismo.
El pueblo ha exigido que se investigue,
juzgue y condene a los responsables del atraco contra la cosa pública, no solo
de la administración de Enrique Peña Nieto, sino también de las anteriores administraciones
panistas y priistas desde la de la más nefasta administración de Carlos Salinas de Gortari; sin embargo este gravisimo problema
es mediatizado, es decir, abordado por los medios de comunicación a través de ‘shows' (televisados como ‘reality
show') con el fin de minimizar, entorpecer, a propósito,
los procesos jurídicos, cuando los hay, que en la mayoría de las veces se diluyen en el tiempo .
Pero el problema no solo queda allí,
las actuaciones de las autoridades que deben velar por el debido proceso dan
cuentas de la llamada ‘justicia selectiva'.
Absolutamente, la imagen
más famosa de la "cleptocracia" gobernante
de México, es aquella del primero de diciembre de 2012. en la cual posaron, tras tomar posesión, el presidente
Enrique Peña Nieto y 19 gobernadores priístas.
Los cuales la mayoría de ellos están presos, procesados,
prófugos o se sospecha de malos manejos durante su mandato. Esos mandatarios,
quienes gobernaban como verdaderos ”Virreyes”,
hacían cuanto deseaban en sus Estados.
En esa foto destacan el
neoleonés Rodrigo Medina, procesado pero protegido por la Presidencia de la
República y la práctica golfista; el tabasqueño Andrés Granier ya preso; el veracruzano Javier Duarte, preso; el chihuahuense César Duarte Jaques,
prófugo y presuntamente ubicado en EU;
el quintanarroense Roberto
Borge, preso últimamente; como
también aparece el michoacano Fausto Vallejo, quien dejó el cargo por escándalos
criminales y su lugar fue ocupado por Jesús Reyna, hoy en prisión por la misma
causa. Destaca también el coahuilense
Rubén Moreira, tocado por la sospecha de no haber actuado contra los excesos de
su antecesor y hermano Humberto del mismo apellido , el nayarita Roberto Sandoval, acusado de complicidad con su fiscal
Edgar Veytia, hoy preso en EU por narcotráfico; el colimense Mario Anguiano, asociado por familia al crimen
organizado, narcotráfico y acusado de desvío de recursos por el Congreso
local; el tamaulipeco Egidio Torre, beneficiado de la ejecución de su hermano,
y señalado por sus predecesores y colegas, los mencionados Tomás Yarrington y
Eugenio Hernández, de permitir la impune actuación del crimen organizado.
A los anteriores
seguramente se deben agregar a varios ex gobernadores: el mexiquense Arturo
Montiel; el oaxaqueño Ulises Ruiz; el neoleonés Natividad González Parás; el
coahuilense Humberto Moreira; el duranguense Jorge Herrera Caldera; y el
poblano Mario Marín. A estos priistas deben añadirse mandatarios de otros
partidos como el panista sonorense Guillermo Padrés; el perredista Ángel
Aguirre de Guerrero; el oaxaqueño Gabino Cué y el morelense perredista Graco
Ramírez. Más los que se acumulen en lo que queda del sexenio y… auméntele
cuando termine.
Finalmente, la conclusión es que se debe
castigar severamente a todo aquel al que se le compruebe la comisión de delitos, sea quien
sea, del partido y del nivel de gobierno que sea, y se acabe esta Justicia
Selectiva que es Injusticia e impunidad para los millones de mexicanos que cada día luchan por la idea
de un país mejor, sin violencia, con justicia, democracia y libertad.
Ya que además lo que se juega en 2018, no se trata solo de quién gana o
quién pierde un cargo de elección popular. Se trata de saber si con estas
elecciones México lograr desmontar la narcopolítica instalada en regiones
enteras o si, por el contrario, la justicia selectiva y el negocio de la
delincuencia organizada y de los gobernadores y legisladores y demás funcionarios públicos, defraudadores
del erario público para beneficio de si mismos, como a su partido político, que
penetra estructuras sociales, jurídicas y políticas, seguirá devastando la
entraña nacional después de las elecciones 2018, de serlo así sería el inicio de una nueva revolución armada.
Sin embargo, no se debe cerrar
la puerta a la esperanza. Habremos de seguir apostando por la idea de un país
mejor, sin violencia, impunidad, corrupción, discriminación, con justicia,
democracia y libertad. Hoy por hoy una utopía pero a la que no hay que
renunciar. ¿Quién mejor que Eduardo Galeano para decirlo?
"La utopía está en el horizonte.
Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos
más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para
caminar".